Mérida es una ciudad monumental no tanto por su tamaño como por la cantidad de patrimonio histórico que salpica la población. Hay fabulosos construcciones mozárabes como la Alcazaba o el imponente Templo de Diana. De entre todos ellos, si tuvieras que elegir uno, el teatro romano será un destino ineludible. Lejos de ser simplemente un conjunto de rocas dispuestas de forma armoniosa, este monumento además cumple la función por la cual fue construido allí por el año 15 o 16 aC. Haz coincidir tu visita con el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida que se celebra todos los veranos. No habrá mejor telón de fondo en el mundo para ver las obras clásicas de Homero que éste.
La Chorrera es un fabuloso salto de agua de 30 metros que además da nombre al camino que te llevará hacia ella. La ruta es preciosa y podrás disfrutar de los Castaños de Calabazas, declarados árboles singulares de la comunidad. La Garganta de las Calabazas te engullirá entre su extensa vegetación y una vez llegues a la Chorrera sube a lo más alto. Las vistas te quitarán el hipo. El punto de partida del camino empieza a la salida del pueblo El Castañar de Ibor.
En este pueblo parece que no ha pasado el tiempo. Encajonado al final del más profundo de los valles de la Sierra de Gata, con la montaña agreste de cara, este pueblecito conserva intacta la esencia de un pasado muy lejano. Cada rincón de las cuatro calles que componen la villa es de cuento. De hecho, algunos vecinos aún dejan sus alimentos en las peanas de las fachadas como si la invención del frigorífico no hubiera llegado a esta remota aldea. No te pierdas el Molino del Medio, una antigua prensa de aceite movido por agua que aún funciona. Acércate y cata los aceites artesanales que allí se producen. Si no sabes por dónde empezar ni que ver o que hacer en Extremadura, éste es un buen comienzo.
No. No es la Giralda de Sevilla. Es su hermana pequeña, la Giraldilla. De hecho, es una reproducción a pequeña escala de la original. Se construyó en 1930 por encargo de Manuel Cancho con la idea de convertir el edificio en un Centro Comercial. Ahora esta cerrado al público, pero la fachada sigue impresionando por la calidad de sus detalles arquitectónicos y su excepcional parecido con la original. A cinco minutos andando de la Giraldilla, en el casco antiguo de Badajoz, encontrarás otra joya arquitectónica, la Plaza Alta. Su aire exótico, con arcos de estilo mudéjar, encandila a cualquiera.
Los Barruecos es un paraje natural equiparable a la más sensacional obra de arte que pueda el hombre crear. El agua y los múltiples fenómenos geológicos han ido dando forma a lo largo del tiempo a las rocas y peñas que configuran este paisaje único en el mundo. Aquí apenas hay árboles. Solo rocas y más rocas que se multiplican al reflejarse en las charcas que bañan el lugar. Las colonias de cigüeñas que anidan en Los Barruecos son el broche de oro que cierra la estampa monumental. No te olvides de mirar también bajo suelo. Allí se esconden pinturas y grabados rupestres que dan fe del embrujo que este lugar provoca en el hombre.
La Garganta de los Infiernos es uno de los paisajes más singulares que esconde no solo Extremadura si no toda España. Situada en el corazón del Valle del Jerte, al norte de la provincia de Cáceres, se trata de un lugar lleno de saltos de agua, arroyos, cascadas y piscinas naturales. Aunque quizás lo que hace más peculiar esta garganta sean sus famosos pilones, grandes pozas circulares excavadas en la roca por la erosión del agua de los ríos. Perfecto para una ruta senderista y también para refrescarse cuando aprieta el calor.
En la parte más alta de Trujillo, el conocido como Cerro de la Cabeza del Zorro, se erige imponente el castillo. Se trata de una fortaleza bereber desde donde conquistarás unas vistas de la población y alrededores inmejorables. Sube a las cuatro torres que sostienen la fortaleza y siéntete como un auténtico conquistador. Piensa que Trujillo es cuna de Pizarro y Orellano, aquellos que un día descubrieron las Américas. Tendrás que ver en Extremadura esta obra de ladrillo y piedra antes de irte de estas tierras.
Y ya que estás en modo explorador, no te quedes sin descubrir la vía verde del Guadiana. Se trata de un antiguo trazado por el que antaño pasaba el tren y que une las poblaciones de Villanueva de la Serena y Logrosán. Algo más de 50 kilómetros que podrás recorrer a pie, a caballo o en bicicleta. El paisaje es cambiante y las opciones de parada son múltiples. Desde encantadores pueblecitos como Rena o el Torviscal hasta los impresionantes arrozales de Palazuelo. Y si aprieta el calor, date un chapuzón en los embalses de Sierra Brava, el Cuvilar o las Ruecas. Si quieres saber que hacer en Extremadura y no sabes por donde tirar, estas en la buena dirección.
Si eres un apasionado de la arquitectura majestuosa y las grandes catedrales, Plasencia es tu destino. Porque aquí no solo encontraras una, sino dos catedrales, la nueva y la vieja. Se trata de una magnífica obra renacentista que solapa la antigua catedral gótica formando un puente en la historia único en el mundo. La nueva catedral se construyó pensando en derribar la vieja y como eso nunca sucedió ahora las dos conviven en perfecta armonía. Sin duda una de las paradas obligatorias que ver en Extremadura.
Este lugar bien podría ser uno de los retiros espirituales de la Reina Cersei Lannister de la saga “Juego de Tronos” después de su contienda para conservar el trono en la épica serie Juego de Tronos. Este pacífico monasterio dispone, además de sus magníficos jardines y sus coros celestiales, de una residencia para acomodar un emperador. De hecho, fue la última morada de Carlos V de Alemania cuando este ya contaba los días para irse al otro barrio. Quizá la mejor época para conocer el Monasterio de Yuste sea en febrero, cuando se celebra la Ruta del Emperador Carlos V, un recorrido de 10 kilómetros por los pueblos de la zona hasta llegar a este edificio histórico. Por el camino encontraras lugareños danzando, talleres de caligrafía antigua y aperitivos de la época del Emperador.
Aunque el Lazarillo de Tormes se desarrolla en las Castillas, esta pequeña población rural bien podría haber sido uno de los lugares de paso del desaventurado chaval. La arquitectura baja y sobria encaja perfectamente con la historia seca y desgarrada de Lázaro. Aquí se hubiera parado el ciego de su amo a comer las fabulosas tortas del Casar por las que es conocido el pueblo. Coge fuerzas tú también con este rico manjar, porque aún te quedan cosas qué hacer en Extremadura. Como por ejemplo, adentrarte por el paisaje llano hasta alcanzar la laguna del Casar. Un lugar para quedarse horas y desconectar del mundo.
Quizá uno de los tesoros más codiciados que tiene Extremadura sea su oro rojo, también conocido como pimentón de la Vera. Una especia que alegra caldos, arroces o cualquier sofrito que se precie. Aunque lo encontrarás en cualquier comercio de la comarca de la Vera, Jarandilla se enorgullece de tener uno de los mejores. Ya que estás en el pueblo, date una vuelta por sus calles adoquinadas. El puente romano del Parral o el Castillo de los Condes de Oropesa no tienen desperdicio alguno.
Extremadura es rica en gastronomía. Su cocina tradicional, como las migas, la caldereta de cordero o la chanfaina, es de sabor intenso y algo ahumada. Pero el vino extremeño que acompaña estos platos tampoco iba a ser menos. Y de entre todos los rincones de la comunidad, Almendralejo (con su denominación de origen Ribera de Guadiana) se lleva con razón la fama del mejor vino que puedas encontrar en Extremadura. Quizás por eso este pueblo es conocido internacionalmente como la Ciudad internacional del Vino. Como no podía ser de otra manera, el museo de las Ciencias del Vino es de visita obligada. No te vayas sin hacer una cata en alguna de las bodegas de alrededor.
Y hablando de comida, uno de los manjares por antonomasia – alerta, vegetarianos, mirad hacia otro lado- de la que se enorgullecen especialmente los extremeños es el jamón ibérico ya que la denominación de origen “Dehesa de Extremadura” es la más preciada entre todas las variedades. La dehesa extremeña es una zona extensa donde el cerdo ibérico campa a sus anchas y se alimenta únicamente de la bellota. La ruta más recomendada por la zona se extiende desde Jerez de los Caballeros hasta Fregenal de la Sierra, que son dos fortalezas levantadas en época de templarios. Entre las dos construcciones, los grandes terrenos de encinas, alcornoques y olivos no te dejarán indiferente.
Como indiferente tampoco te dejará este pueblo abandonado al norte de la provincia de Cáceres. Será por su localización, por su muralla o por el hecho de que este deshabitado, Granadilla es un lugar que ver en Extremadura. Se encuentra sobre un cerro por encima del embalse de Gabriel y Galán, a modo de península. De hecho, es por culpa de la creación de este pantano que las autoridades obligaron a desalojar la población. Se creía que el agua iba a sepultar el pueblecito. Se equivocaron. Ahora el musgo crece por las murallas que aun salvaguardan las casas ruinosas que se mantienen en pie.
En la comarca de las Hurdes existe un lugar casi mítico. Se trata de un giro de la naturaleza que rompe el curso el caudal del Alagón formando una especie de península verde e impresionante. Para aquellos que les gusta el senderismo y quieren saber que hacer en Extremadura, hay una ruta que parte de Ríomalo de Abajo y que sigue el caprichoso curso del río hasta llegar al mirador de la antigua. Si estas por la comarca y te gusta el dulce prueba los hurdanitos. Son caramelos rellenos de miel y polen de las Hurdes 100% naturales.
Y ya que te gusta la naturaleza acércate al abismo de la Peña del Falcón, o lo que es lo mismo, el Salto del Gitano. Cuenta la leyenda que un bandolero muy temido asaltaba a todo aquel que pasaba por la Cañada Real Trujillana. Se subía en lo alto de la Sierra de Las Corchuelas y así veía quien venia por el camino. Un día fue sorprendido por dos Guardias Civiles con el botín en las manos. El bandolero viéndose atrapado solo tenía una opción: saltar desde lo alto de la Sierra al rio Tajo. Dudó un instante y al final pegó el salto y vivió para contarlo. Uno de los guardias se quedó petrificado por su hazaña. Caprichos de la geología, hay un farallón con forma de tricornio en lo alto del mirador. Vete y compruébalo por ti mismo. Tendrás que usar un poco tu imaginación.